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viernes, 4 de abril de 2025

EL BANCO DE LOS MARIDOS ABANDONADOS

 

EL BANCO DE LOS MARIDOS ABANDONADOS

 

 

Como de vez en cuando hay castigo conyugal por mis malos actos ( Que yo no sé cuáles son pero ella se ve que sí que lo sabe ) , el otro día fui condenado , sin reducción de pena , a una de las peores , ir de compras .

 Cualquier varón que sea penado con esta condena entra en un estado de desasosiego tan visible que es capaz de reconocer  al instante  a otro varón condenado a la misma pena y cuyo desasosiego es tan visible como el tuyo.

Me viene esto a la memoria al recordar lo acontecido en un banco ( Banco de los de sentarse no de los otros )  de la calle principal de La Torre Outlet , que está entre el outlet de El Corte Ingles y una tienda “ solidaria “  que está enfrente , y en la que se venden los más diversos cacharros que imaginar uno  pueda .

 Es evidente que , mientras ellas parecen estar en el paraíso  , nosotros vemos eso como el infierno , así que , mientras las unas intentan prolongar su estancia , los otros intentamos escapar de allí como sea .

 Ese es el motivo de que varios varones ( De los de antes , que ahora hay algunos que dicen estar a gusto comprando ) nos juntáramos en el banco mencionado y nos reconociéramos por la misma expresión de desasosiego que teníamos todos.

 La cosa empieza por una mirada cómplice de alguien y ese es el pistoletazo de salida para la conversación entre camaradas .

 Como algunos ( Que debían llevar allí desde que se abrió el garito ) se iban marchando , cuando eran reclamados por su agente de la condicional , pero otros que empezaban a cumplir condena los sustituía , la conversación se hizo fluida ,  y allí se analizaron temas sencillos unos y complejos otros ,y  la conversación se hizo de lo más interesante y volvió a los tiempos pre-teléfono móvil , donde las personas aún nos mirábamos a la cara y compartíamos ideas y sentimientos.

 Cuando fui reclamado por mi agente de la condicional para que llevara al coche la cacharrería diversa que había caído , y que debía ser de plomo macizo  a juzgar por el peso , me despedí de mis ocasionales y pasajeros compañeros de pena , no sin que antes uno de ellos ( Siempre hay alguien con espíritu emprendedor ) cayera en la cuenta de que si alguien pusiera una máquina de cerveza al lado del banco se forraba y , tengo que reconocer , que la idea no me pareció descabellada .

 Paseando después por el centro comercial vi a alguno de ellos sin que , los respectivos agentes de la condicional de cada uno , pudieran descifrar la sonrisa cómplice que nos cruzamos.

 Eso es resiliencia y lo demás hostias .